25 de julio de 2005

El Código Da nBrown

Como sabrán quienes lo hayan leído, una de las ideas que lanza (bueno, que relanza, porque tampoco es suya) Dan Brown es que Leonardo Da Vinci dejó una especie de mensaje oculto en sus obras, en particular en "La Última Cena". En fin, es cuestión de interpretaciones, y ya daremos la nuestra. Pero, mientras tanto, quizá podamos abrir boca con una revelación sensacional que, esta vez sí, creemos que es originalísima nuestra. Se trata ni más ni menos que de...

El mensaje secreto del Código Da Vinci.

Sí, sí, han leído bien. Dan Brown también ha dejado un mensaje secreto en su magna obra, un mensaje que sólo espera la aguda mente de un Robert Langdon para salir a la luz. Así que, con su permiso, nos disfrazaremos de apuesto profesor universitario norteamericano (a ver, esas risas del fondo...) y nos pondremos a la tarea de desvelar el misterio.

Un misterio que, ¡cómo no!, está rodeado de simbolismos, muy difíciles de interpretar. Por suerte, Brown nos ha dejado también una serie de pistas que nos indican claramente el camino a seguir.

Por ejemplo, tenemos algunas alusiones que en principio pueden resultar un tanto oscuras, pero que una mente aguda y bien entrenada puede detectar con facilidad. Así que, cuando en el capítulo 52 Langdon y Sophie Neveu llegan al Château Villete, sir Leigh Teabing les hace tres preguntas para comprobar su identidad. La tercera de ellas es

"¿En qué año destronó un remero de Harvard a otro de Oxford en Henley?"

La pregunta parece inocente e incluso estúpida, ¿verdad? Sin embargo, reparemos en un detalle: como hemos dicho, la pregunta es la tercera. Y el tres es, como sabemos, un número de lo más místico y mágico. Indudablemente Brown nos está dando aquí alguna pista que debemos relacionar con el número tres.

En su pregunta, sir Leigh menciona a Harvard, Oxford y Henley, tres lugares, tres. ¡De nuevo el número místico! Con esta nueva referencia, Brown lo que nos está indicando es que debemos buscar un lugar y que de algún modo lo ha señalado utilizando el número tres. Y si buscamos cada uno de esos lugares en la novela, nos encontraremos con que Harvard aparece nada menos que 18 veces, Henley sólo una, pero Oxford es mencionado... Exacto: ¡tres veces! De modo que el mensaje oculto tiene que estar relacionado de alguna manera con Oxford.

Sigamos. La siguiente pista la encontraremos en el capítulo 79, en la lista de Grandes Maestres del Priorato de Sión que tan alegremente inventó en su día Plantard. En ella encontramos toda clase de personajes, pero uno ha llamado nuestra atención: Robert Boyle. Boyle ocupa el puesto 18 en la lista, y como recordaremos Brown cita Harvard 18 veces. Sin embargo, Boyle no tiene nada que ver con Harvard, sino con... ¡sí, Oxford!

Bueno, para ser precisos, el Robert Boyle que vivió en Oxford no es el mismo Robert Boyle que cita Dan Brown. Pero, aunque podría tratarse de uno más de sus innumerables errores, creemos que en este caso nos está intentando revelar su mensaje: ¿cómo explicar si no que "nombre" Gran Maestre a su Robert Boyle en 1564, un número tan parecido al año 1654 en el que el otro Robert Boyle se mudó a Oxford? No, es demasiada casualidad.

De hecho, la intencionalidad de Brown queda confirmada un poco más adelante: Boyle forma un trío con otros dos británicos a los que Brown coloca en el Priorato: Isaac Newton y Charles Raddclyffe. Newton tiene un papel destacado en su novela, pero Radclyffe sólo es mencionado en esta ocasión, lo cual resultaría extraño... si no fuera porque sin duda se trata en realidad de otra alusión a Oxford: en efecto, Samuel Radclyffe of Tormorden fue Presidente del Brasenose College de Oxford. Y el Dr. John Radclyffe compaginó su carrera médica y docente en Oxford con el patrocinio de uno de los edificios más singulares de la ciudad: la Radcliffe Camera. Un edificio que llama la atención por su planta circular, exactamente igual que la que Brown atribuye tantas veces a los templos templarios como muestra de sus conocimientos esotéricos y ocultos (bueno, Brown dice también lo mismo de la forma de cruz latina, la de cruz griega, la octogonal, la piramidal y casi cualquier otra que se les ocurra por la cabeza. Pero esa también: véase el capítulo 83).

La Radcliffe Camera es en la actualidad una biblioteca, lo cual nos da un elemento más a considerar: Dan Brown nos está hablando sin duda de un libro, y relacionado de alguna manera con Oxford. ¿Podemos descubrir de cuál se trata?

Pues sí, por supuesto. Brown menciona muchos libros, y prácticamente todos son delirantes o disparatados... con una curiosa excepción: de entre la morralla literaria que cita brilla con luz propia un hermoso poema medieval: Sir Gawain y el Caballero Verde. Brown lo cita en el capítulo 61, pero también en el 95, sin duda para reforzar en nuestro inconsciente la importancia de la mención.

¡Y qué importancia tiene! El mensaje de Brown, como decimos, es claro, pero sólo para las mentes agudas y bien entrenadas como, ejem, la nuestra sin ir más lejos. Brown nos dice sobre el poema poca cosa; apenas que se trata de una alegoría sobre la búsqueda del Grial. Lo que no menciona, pero sin duda debe saber (bueno, hablando en serio, sin duda no lo debe saber, pero como si lo supiera) es que Sir Gawain parte hacia su aventura llevando como emblema...

¡¡El pentáculo!!

Sí, el pentáculo. La figura con la que Brown nos da la coña durante más de medio libro. La estrella mística de cinco puntas que Brown dice que simboliza el culto a la divinidad femenina (bueno, y las olimpiadas, y a María Magdalena, y el Santo Grial, y todo lo que se le ha pasado por la cabeza). Y que en realidad, como vemos, nos dice sólo que hemos llegado a nuestra meta: que nos habla de un libro relacionado con Oxford y con el Sir Gawain y el Caballero Verde.

Y aquí nos detenemos, porque no queremos revelar más antes de que la Humanidad esté preparada para el gran secreto. Dejaremos que el lector, si quiere, busque los paralelismos entre un Maestro con muletas (¿un mago con bastón?), un malvado y deforme perseguidor con la espalda marcada por los latigazos y que ha olvidado su vida anterior (¿y que quizá se llamó un día Sméagol?), la imagen de una hermosa dama de enigmática sonrisa (¿la Mona Lisa... o Galadriel?), el viaje motivado por un objeto que puede asegurar el dominio del mundo (un secreto poderosísimo encerrado en algo... ¡redondo!), y tantas y tantas otras pistas que el astuto Brown nos ha dejado en forma de elementos simbólicos, alegorías y veladas alusiones.

Alusiones que conducen todas ellas a recomendarnos que, en vez de El Código Da Vinci, leamos otro libro escrito por alguien que vivía en Oxford y que tradujo al inglés moderno el Sir Gawain y el Caballero Verde. Un libro muchísimo mejor que El Código Da Vinci.

Y aunque hasta la Guía Telefónica tiene más calidad literaria que El Código Da Vinci, créanme: tiren esa basura, cojan este otro libro, y léanlo. Saldrán ganando.

6 comentarios:

  1. ¿Leer otro libro? ¿Con loq ue has revelado? ¡¡¡Nunca!!! Has abierto las mentes al gransecretoquetecagas. Ahora solo resta ahondar en él. Es decir, ahora hayq ue escribir las claves de "Las claves de Dan Brown", que permanecen hundidas. Caramba...hundidas...Yamato...en el fondo del mar. Joer, ya tengo la clave.

    Saludos, Yam, buen trabajo :)

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  2. Anónimo11:38

    La cosa va para mucho más allá, puesto que el actor Ian MacKeller, que interpretó a Gandalf, parece que interpretará también a Leigh Teabing en la versión cinematográfica de "El Código DaVinci".

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  3. Pues sí, anónimo, tienes razón.

    Hay alguna otra alusión, pero sería más complicada de explicar. Quizá en otra ocasión ;-)

    Y una cosa, Asigan: este otro libro sí que merece la pena.

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  4. Hola, he encontrado tu página a partir de Bajo el Volcán de Gerardo García-Trío y como justamente estoy leyendo el Código DV la acabo de anotar para que se me informe de las nuevas entradas (además la estoy poniendo en CCF, que es la lista que yo manejo y cuenta con 1200 miembros). Por ahora saludarte y mostrarme interesado. Estoy leyendo la basura de DB movido por un interés puramente profesional: averiguar qué les da el tío a los lectores. Ya agregaré mis comentarios. Porque si del libro no se puede decir casi nada, es mucho lo que se puede decir de los que lo leen y les encanta.

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  5. Anónimo2:47

    Hombre Sergio, qué pequeño es el mundo, un sitio más en el que nos encontramos :D

    Estoy leyendo "La ciudad de los muertos y otros relatos", ya mismo me toca el tuyo..

    Está curiosa la entrada Yamato, pero en espera de ver desvelado el misterio (Google le quitaría gracia :P), diré que los tienes mejores :) Probablemente algún fluido está ejerciendo presión sobre tu mente, tú me entiendes ;P

    Jose Brox

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  6. Hola, José. Pues si el mundo no era chico lo estamos achicando nosotros, con una actividad intensa y este asunto de los blogs o páginas personales, que nos permiten colgar las ideas de un clavo, al viento, y esperar a que vengan los otros y las recojan, las cuelguen de otro clavo y así. Fíjate que he leído una reflexión de Fran Ontanaya en su PP y le he propuesto que la convirtiera en un artículo, y lo hizo y ya está en Axxón:
    http://axxon.com.ar/rev/153/c-153ensayo.htm
    y Musidora lo ha leído y ha propuesto respoderlo y ha recibido a su vez mi propuesta de que esa propuesta se convierta en un artículo y yo te lo digo a ti, aquí, y tu vas (suponte) y lo lees y te dispara otra reflexión y me escribes y me dices "yo tengo ganas de refutar, o de profundizar el artículo de Fran..." Mira el "bardo" (un argentinismo por "lío", "escandalete") que hemos hecho sólo porque tuvimos la voluntad de recorrer las PP (yo recorro unas 60 todos los días). A mi me resulta muy estimulante. Saludos.

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